Por Guillermo Romero Salamanca

Los fríos de enero en Bogotá estremecen y en los centros comerciales las filas para adquirir café son frecuentes.

–Un capuchino y una torta de zanahoria, pidió la señora.

Un café látex hirviendo, solicité y esperé pacientemente mi pedido. La señora comenzó a cantar mientras le entregaban su pedido.

–Canta muy bien, le dije.

–Ella sonrió y contestó: “gracias”. Y siguió con su canción.

Interpretaba un tema de don Antonio Aguilar. “El tiempo pasa y no te puedo olvidar”. Rebobinaba mi memoria porque ese tema lo había escuchado hacía unos 20 años en la voz de una gran cantante colombiana.

–Su voz me parece conocida, le cometé.

–Mucho gusto, soy Cielo de América.

–Soy Guillermo Romero Salamanca, periodista.

Sonreímos y como sólo había una mesa disponible, la compartimos, mientras calentábamos la garganta.

Vinieron entonces las preguntas. ¿Dónde ha estado? ¿Dejó el mundo de la canción? ¿Se retiró definitivamente? ¿Eres Cielo de América, menos de Colombia?

Soltó una estruendosa carcajada con la que avivó la fría mañana.

–Pues ni lo uno, ni lo otro.  Vivo ahora en los Estados Unidos donde hago mis giras que van desde Texas, California, Miami, Nueva York y algunas veces a Canadá. Hace unos 20 años, un día, por diversos motivos salí con mi familia de Colombia, añorándola, extrañándola y sintiéndola, pero consideré que tendría un mejor futuro allá y, efectivamente, he gozado de tranquilidad.

Una de sus presentaciones en La Media Torta de Bogotá.

Cielo de América, como es su nombre de pila, nació en Belén de Umbría, a unos 70 kilómetros de Pereira. Desde muy pequeña mostró sus habilidades como cantante. Hizo un recorrido con la música popular y la ranchera que la llevó a conocer todos los sitios posibles del Eje Cafetero. Una mañana determinó que su destino sería Bogotá y cantó en los centros nocturnos del momento. Comenzó a grabar sus canciones, primero de forma independiente y luego con Sonolux, EMI, Fonocaribe y SonoRodven.

Las emisoras comenzaron a sonar su música y, a los meses, quedó convertida en toda una figura de la canción popular. Llegaba a Caracol Radio, por ejemplo y era invitada especial en los programas de ese momento. Podía durar hasta cinco horas de emisora en emisora hablando de sus canciones y, además, porque locutores, directores, controles, visitantes quedaban extasiados con su belleza y su donaire.

Nunca pasó desapercibida.

Con Rocío Durcal, antes de un concierto, con la gran Nena Jiménez y en una entrevista con Jota Mario Valencia.

En una presentación en “La Taberna Internacional” conoció a Jesús Attara, quien quedó impresionado por su mirada, su voz y su dominio en la tarima, la apadrinó y se convirtió en su mánager.

Pero Cielo de América buscaba que sus canciones trascendieron y un día le propuso a Jesús: “Vámonos para México y grabamos un disco allá”.

Parecía una locura, porque en esos años no era común que un cantante colombiano hiciera una producción de ese tamaño. Corría 1987 cuando llegaron a Ciudad de México y con la dirección del maestro Rigoberto Alfaro y “El Mariachi Vargas de Tecalitlán” y “El Mariachi América de Jesús Rodríguez de Híjar” grabaron la producción “Un poco más”.

Fue un éxito.

A Cielo de América la llamaron de muchas poblaciones de Colombia. “Eran otros tiempos donde los conciertos no contaban con seguridad, no había un buen sonido, las tarimas eran improvisadas, pero igual llegamos a la conquista de muchos lugares, donde la gente gozaba, cantaba y aplaudía. Fueron años maravillosos. Sentir la felicitación de la gente humilde es lo más gratificante. Pero por mi trabajo muchos pensaban también que yo era millonaria. En el 2.000 las cosas se complicaron demasiado. Ya no era seguro ir a muchas partes. El país estaba en zozobra por temas de seguridad. No sabíamos los artistas cuál sería nuestro destino y entonces, luego de muchos pensamientos, determinamos viajar a los Estados Unidos”.

Antes de un concierto con Los Tigres del Norte.

–¿En realidad se llama Cielo de América?

–Claro que sí.

Para despejar dudas, muestra su cédula.

–¿Qué le gustaría hacer ahora?

–Yo sigo componiendo, cantando, dirijo producciones de voz de nuevos artistas, doy lecciones para el manejo corporal, atiendo mis conciertos, dirijo una planta de confecciones, pero extraño a mi Colombia y quisiera cantar en “El Show de las Estrellas”.

–¿A quiénes recuerda de la radio de ese momento?

–A todos. A Juan Harvey Caicedo, Alberto Piedrahita Pacheco, Fernando Sarmiento…Muchos otros que están ya en la eternidad, pero que en esos momentos apoyaron a esta joven cantante. La radio abrió las oportunidades para decenas de emprendedores de la música popular. Viene a mi memoria una presentación para el lanzamiento de Radio Recuerdos, por ejemplo.

–¿Cómo era un concierto en ese momento?

–Compartí tarima con grandes como Galy Galiano, El Charrito Negro, Darío Gómez, Helenita Vargas, Patricia del Valle. Ahora veo con alegría que la siembra ha tenido resultados y hay más de 120 figuras de la canción popular.

Sufrimos bastante por las incomodidades de la tarima, sonido, logística, sistemas de pago, pero considero que valió la pena el esfuerzo.

La generala en la actualidad. Grabando un video.

–¿Cómo analiza el futuro?

–El futuro es hoy. Ahora hay tecnología, redes sociales, internet, celulares, pero el sentimiento es igual. Las personas también se enamoran, sufren tristezas, despechos, amarguras, glorias.

–¿Cómo es un concierto suyo?

–Primero, me preparo con mucha energía, hago mis ejercicios de voz preliminares, salgo al escenario con optimismo, miro a la cara a los presentes y canto mis canciones y con un repertorio amplio para que el público salga contento. No faltan históricos como “La mano de Dios” de José Alfredo Jiménez, “Copitas de Mezcal”, “Cuatro copas”, “La araña”, “Una copa de champagne”, “Sonaron cuatro balazos y “Tu cárcel”, por ejemplo.

Pero también van composiciones mías como “Falso mujeriego”, “Señor cantinero”, “Contigo no volvería”, “La Caponera”… Todas inscritas en Sayco.

–¿Cómo ejercita la memoria?

–Recuerde que una mujer nunca olvida nada y entonces grabar en la mente 200 canciones, pues es sencillo. Jajajajajajajaja.

–¿Otro capuchino?

–Uyyy, si, gracias.

–Recuerdo que usted deslumbraba por donde pasaba…

–Es cierto. Era impresionante cómo me miraban, algunos me desnudaban con sus miradas, otros eran más lanzados. Eran momentos incómodos, la verdad, porque uno debe guardar la compostura y no se podía ser grosera, pero era el trabajo. Ya cuando llegaba a la casa, me quitaba esa careta de vestido, maquillaje, todo era diferente.

–¿Se enamoró?

–Pocas veces, pero sí.

Recuerdos de sus presentaciones conquistando público popular en Colombia.

–¿Lloró en alguna presentación?

–Si, muchas veces, pero recuerdo una en especial que marcó mi vida y fue cuando casi pierdo a mi hijo, porque estaba embarazada, hubo un alegato en una presentación, me empujaron, rodé por unas escaleras y terminé en un hospital con un nacimiento prematuro.

–¿Cuáles han sido sus momentos más bellos en el mundo de la canción?

–Son muchos. Compartir escenario con figuras como Rocío Durcal –quien me pidió permiso para cantar dos canciones con mi mariachi–, Vicente Fernández, Los Tigres del Norte –fabulosas personas–, Raphael, Roberto Carlos y en los Estados Unidos, un concierto en La Sonora Dinamita con Fruko… Y desde luego infinidad de aplausos en diversos sitios de Colombia.

–¿La envidiaron?

–De pronto sí, pero, por mi parte no tengo rencor con nadie. La vida, mis hijos, mis canciones, mi trabajo no me permite ni el odio ni la tristeza.

–Cuando va a cantar ahora, ¿en quién piensa?

–En mis hijos, mi madre, mi familia, pero ahora, en dar gracias a Dios.

–¿Cómo ve a Bogotá después de su ausencia?

–Muy diferente. Hasta los rostros de las personas han cambiado. He vuelto porque quiero cantar en mi país. Presentar mis nuevas producciones. Esto no se detiene y hay mucha tarea por hacer.

–Las disqueras han cambiado su rol, pero por qué no habla con Alirio Castillo de Alma Producciones y Corridos Prohibidos para trabajar de la mano. Puede ser una ruta.

–¿Lo conoces?

–Sí señora.

–Pues con él tenemos planeado lanzar una producción con mis éxitos. Mire cómo el mundo es de pequeño y de grande a la vez.

Con el autor de la nota, luego de dos capuchinos.

–¿Por qué le dicen la generala?

–Porque soy muy estricta, me gusta que todo salga perfecto, cumplo y tal vez por la experiencia que brinda una carrera musical como la mía.

–Bueno, espero la producción y felicitaciones de nuevo por ese trabajo. Su vida, en realidad, es como una novela.

–Jajajajajajaja.

También puede leer:

40 años de Los Tupamaros y 9 años sin Fernando Jaramillo