Si alguien le preguntara al maestro Jorge Velosa qué lleva dentro de esa mochila, terciada, encima de la ruana, fijo le contestaría que un montón de ilusiones, sueños no cumplidos, anhelos esperados, pero físicamente carga allí un cuaderno, lápices y unos cuántos bolígrafos.
¿Cuántos cuadernos ha llenado? Ni él mismo sabe. Podría tener una estantería atestada de agendas, grandes, chicorias, usadas, con sus huellas de escritor nato.
Cuando niño sus padres le decían: “¡tése quieto!” porque el pequeño carranguero fue muy travieso, de joven muy inquieto y de mayor, un gran investigador.
No para de crear, de innovar, de pensar en la tierra, los pajaritos, el agua, las maticas, los animalitos, el campo. Entre sus atisbos puede encontrar un verso, una letra o un cuento. Decenas de hojas han sido rayadas no solo con sus escritos de letra cursiva, sino con dibujos, reseñas, palabras nuevas de oídas o conversas. Textos que endespués le servirían para algo, como sucede ahora cuando se lanza como escritor.
La editorial Monigote le planteó publicar algunos de sus versos. Y con ilustraciones de Soma Dufusa, “El convite de los animales” aparecen 105 poesías costumbristas, distribuidas en cinco melgas o parcelas de Jorge Velosa Ruiz, uno de los maestros más distinguidos de Sayco, Sociedad de Autores y Compositores de Colombia.
Al final de la obra de 264 páginas aparece un glosario con los términos regionales de un montononón de palabras o dichos que ha encontrado el maestro en sus recorridos por las veredas mientras otea páramos, madrugadas, atardeceres, bichitos o uno que otro campesino que se topa por ahí.
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