El cáncer de tiroides es la neoplasia -o masa anormal de tejido- más común ubicada en la cabeza y el cuello de las personas. En detalle, esta enfermedad afecta tres veces más a las mujeres, que a los hombres y, generalmente surge entre los 20 y 55 años. En adición a esto, es el tercer tumor más frecuente en mujeres.

Hay cuatro tipos de cáncer de tiroides: papilar, folicular, medular y anaplásico. La mayoría de estos crecen lentamente y se pueden curar o tratar con éxito, exceptuando el cáncer anaplásico de tiroides, el cual es difícil de controlar y representa el 2% de los cánceres.

Entre los factores de riesgo se puede evidenciar la exposición a radiación, antecedentes familiares de cáncer de tiroides o tiroides agrandada, factores genéticos como la neoplasia endocrina múltiple tipo 2, además de dietas deficientes en yodo.

Es importante destacar que la presencia de un nódulo en la tiroides, glándula ubicada al inferior del cuello, no suele ser una indicación de cáncer. Sin embargo, se considera sospechosa la aparición de estos nódulos en pacientes con antecedentes de radioterapia. Además, los nódulos tiroideos de rápido crecimiento también son más sospechosos de ser malignos.

Por ejemplo, un nódulo tiroideo, asociado con ganglios linfáticos agrandados en el cuello y/o ronquera, puede ser una gran indicación de un tumor maligno. En algunos casos más avanzados, además de la ronquera, los síntomas compresivos e incluso la sensación de falta de aliento, adicional a la dificultad para tragar alimentos, pueden ser señales de síntomas sugestivos de malignidad frente a una masa localizada.

Para prevenir un cáncer de este tipo, que es más prevalente en mujeres, es necesario comprender los factores de riesgo, mantener el peso corporal adecuado, realizar chequeos constantes para un diagnóstico temprano, rápido y preciso, implementar terapias apropiadas y ser juicioso con el seguimiento del tratamiento.

Las pruebas de diagnóstico desempeñan un papel clave. Las soluciones integrales de tecnología que desarrollan los actores del sistema de salud buscan darle continuidad completa del tratamiento correspondiente, incluida la evaluación y prevención de riesgo, el diagnóstico temprano, la terapia y el cuidado posterior.

«El cáncer de tiroides representa alrededor del 1% de todos los tumores malignos en el cuerpo. Sin embargo, se cree que su incidencia es mayor, ya que la enfermedad puede no tener síntomas en sus primeras etapas o confundirse con otras afecciones de la tiroides. Es importante recordar que el cáncer de tiroides, en la mayoría de los casos, tiene un buen pronóstico y puede tratarse con cirugía, radioterapia y/o terapia hormonal, dependiendo de la etapa de la enfermedad.

Por lo tanto, es esencial tener exámenes regulares y estar al tanto de los síntomas, como nódulos tiroideos, ronquera, dificultad para tragar, dolor de cuello, entre otros. Si hay sospechas, lo ideal es buscar un especialista en tiroides para su evaluación y diagnóstico», dice Hélida Silva, directora de Diagnóstico de Laboratorio de Asuntos Médicos de Siemens Healthineers, América Latina.

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