Por Guillermo Romero Salamanca
Zipaquirá es tierra de campeones. Son contadas las casas donde no hay una bicicleta. Las tienen para ir de paseo, recorrer las calles, hacer mandados o para entrenar para las grandes carreras mundiales.
Niños, jóvenes, mujeres, madres, abuelos y los consagrados deportistas ruedan por esta tierra que vio nacer el ciclismo en Colombia. Allí nació el famoso Efraín Forero Triviño, apodado por Carlos Arturo Rueda C. como “El zipa” y que fuera ganador de 4 Campeonatos Nacionales de Ciclismo de Ruta en 1950, 1953, 1954 y 1958 y de la Primera Edición de la Vuelta a Colombia en Bicicleta en 1951.
El listado de ciclistas zipaquireños en las diversas rondas deportivas es extenso. No sólo en ruta, sino en pista y la más reciente, el ciclo montañismo.
Todos los domingos cientos de hombres y mujeres, ataviados con sus cascos y uniformes, se les ve en las vías rodando por lo plano, en la ancha vía que va desde el municipio hasta Chía o subiendo al mítico cerro del Águila. No importa si hace sol, llueve o deben cruzar la neblina del Páramo de Guerrero, pero así entrenan. Después de la trepada bajan como cóndores hasta llegar a Pacho donde toman un jugo de naranja y hacen el regreso entre sudores y jadeos.
Fabio Rodríguez es el hombre de los mil sueños. Ama el ciclismo. Lo vive. Lo practicó profesionalmente y fue, incluso a Europa. Regresó con las camisetas llenas de sudor y de ilusiones. Se dedicó a enseñarles a los niños todos los secretos para ser los mejores. Lo acompaña el también campeón Carlos Muñoz, quien pareciera que no tuviera músculos en sus piernas sino varillas de acero. Los dos van y vienen montados en bicicleta. Así llegan a las reuniones de la Oficina Deportiva de la Alcaldía de Zipaquirá.
Fabio entrenó a Egan Bernal, uno de los recientes ídolos del ciclismo mundial. Ganador del Tour de Francia y del Giro de Italia. Cuando llegó con la camiseta amarilla, más de 80 mil personas en su recorrido lo recibieron con aplausos. Pidió que el mítico Héctor Urrego lo presentara y la plaza principal del municipio se llenó de aficionados que llegaron montados en bicicletas. Fabio Rincón, exciclista y visionario, es uno de los vendedores de ciclas, pero también es un permanente organizador de competencias para medir a las nuevas promesas del ciclismo.
Llegaron con ciclas desde los más pequeños hasta las acondicionadas para rodar montañas como lo hacen en una pista en el cerro de Las Tripas, donde descienden vertiginosamente por entre eucaliptos, precipicios y lodo, pero que disfrutan al llegar a la meta embarrados y con más de un porrazo. Parece que no sintieran y mientras se limpian las peladuras y raspones dicen: “volvamos a subir” y, claro, repiten la osadía dos o tres veces en las mañanas.
Cuando Egan Bernal llegó a Zipaquirá lo esperaba Julián Esteban Gómez, quien lloraba de emoción y que sus lágrimas sirvieron para que Cacerolo, lo retratara en el mural que le hizo al ídolo.
Egan sabía de él. Lo había visto practicar. Era, en el fondo, como él. Un soñador. Julián Esteban también quería ir a Europa, regresar con trofeos y recibir los aplausos de sus admiradores. Tan pronto lo vio Egan lo recibió con un alargado abrazo donde se conjugaron las risas y las lágrimas. Era la emoción más grande de sus vidas. Uno llegaba a Zipaquirá como el vencedor en los Campos Elíseos y el otro tenía entre sus brazos a su campeón.
Julián Esteban Gómez se volvió famoso en Zipaquirá. Todos lo admiraban y animaban. Desde los flemáticos concejales hasta el alcalde Wilson García. “Ánimo chino”, palabra cariñosa, le decían unos y otros. “Este será mejor que Egan”, comentaban.
La lista de mujeres zipaquireñas en el ciclismo también es extensa. Xiomara Guerrero es una de ellas y cuando supo la triste noticia de este 18 de julio lloró sin parar.
Julián Esteban entrenaba todos los días. Incluso el domingo debía descansar, pero no quiso, se animó a ir con su abuelo y unos amigos a rodar por la vía que de Zipaquirá conduce a Bogotá. Iba alegre, fuerte, combativo. Un camión divisó al grupo y sin, la menor precaución pasó al lado de los pedalistas. Las ruedas traseras succionaron al pequeño Julián Esteban y acabó con el sueño de un municipio, de un país y del mundo ciclístico.
Rabia, rencor, pero, sobre todo, muchas lágrimas comenzaron a rodar por las mejillas de hombres y mujeres buenos, primero en Zipaquirá, luego en Cundinamarca, después en Colombia y más tarde en Europa.
Los noticieros informaron que Julián Esteban se había convertido en la víctima fatal número 229 de los accidentes de ciclistas con automóviles.
Fabio Rodríguez fue al primero que le informaron. Quedó mudo. No lo podía creer. Minutos después, con el más profundo dolor escribió en su cuenta de Twitter: “Hoy te vas sin poder cumplir tus sueños que tenías y me dejas sin tener a quien molestar, solo 13 añitos y un maldito mulero te quita la vida, me parte el corazón tu partida tempranera, solo me resta decirle que te extrañe por siempre mi querido Julián”.
La noticia seguía rodando en Zipaquirá, el municipio donde se educó Gabriel García Márquez, la sede de la única Catedral de Sal en el mundo, la tierra donde vivió Guillermo Cubillos –el de la famosa Piragua de José Barros–, la del “Zipa” González, futbolista que estuviera en Arica, Chile, la del encuentro del 4-4 con la URSS, la sede de las capitulaciones de los Comuneros, la que tuvo Banco Emisor, la tierra del cronista colombiano por excelencia Germán Castro Caycedo, la que dejó sus mártires por la independencia, la de batallas entre federalistas y centralistas y la de miles de historias más.
De inmediato decenas ciclistas fueron hasta donde está el mural donde están pintados Egan y Julián Esteban. Sentimientos encontrados se reflejaban en sus caras de angustia y de dolor. Este 18 de julio la ciudad celebraba un aniversario más de su creación y el alcalde Wilson García, estremecido, entregaba sus sentimientos de dolor a la familia y ponía a su disposición toda la administración para dar el último adiós al pequeño ídolo.
Las redes sociales se extendieron con miles de mensajes, pero el sentimiento de dolor de los zipaquireños era más grande que cualquier palabra.
Julián Esteban Campeón, siempre estarás en nuestros corazones. En el cielo seguirás con tus sueños y serás el ángel guardián de miles de ciclistas, mientras no aparezca un camión.
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