Por Julián Escobar

El 25 de septiembre se cumplió el aniversario 511 años del descubrimiento del Océano Pacífico por parte de Vasco Núñez de Balboa en compañía del indio Panquiaco. Una muestra de los éxitos es que, si los españoles se hubieran tomado la tarea de comprender a la población nativa, hubieran llovido en la civilización por siglos de dominio español. Descubrir el Océano más grande del planeta era un hito para un pequeño país fragmentado que buscaba riquezas en ultramar.

Lo que poco se conoce es que ese fue un premio para Balboa por ayudar a la tribu de Panquiaco a vencer a un rival. El éxito español de la conquista de América se debió en parte a que encontraron un continente lleno de tribus y civilizaciones que peleaban entre sí y aduciendo las palabras de Germán Arciniegas, historiador y autor de libros sobre la conquista de la Nueva Granada, la tierra se domó con arte y las personas por maña. Balboa fue un expositor de esto. Habiendo derrotado al cacique Penca, el cacique Comagre, padre Panquiaco le ofreció oro en abundancia, lo cual enloqueció a los españoles, sedientos por el botín. Panquiaco, quien luego se bautizó y sería llamado Don Carlos, sospechando la avaricia española, lo alejó de sus tierras llevándolo al señor de Tumanamá para que se atiborrara de oro. Fue realmente primero un premio por haberlo ayudado y además una artimaña para evitar mayores saqueos en la zona.

La aventura fue muy corta por la geografía del lugar. La base de operaciones ubicada en Santa María, la Antigua del Darién ubicada cerca de lo que es Turbo, no se encontraba lejos del Pacífico, como sí lo eran otros tesoros del continente y fácilmente el descubrimiento acabó en menos de un mes de travesía, cuando desde una colina Balboa vio el que sería llamado Mar del Sur. Ver un mar manso en ese lado hizo que lo declararan un mar pacífico y así surgió el nombre del Océano Pacífico. Una conquista poco emocionante, pero con mucha significación. Balboa mientras tanto terminaría su vida como muchos conquistadores siendo juzgado por traición.

Años pasarían y a través de este cuerpo de agua, ciudades con comercio como Valparaíso y Concepción en Chile, Ciudad de Panamá en la Nueva Granada y la más opulenta que fue Lima, encontraron en este mar su oportunidad de prosperar. Los españoles centraron en el Caribe unos anillos defensivos entre Cartagena, Caracas, Santo Domingo y Veracruz. El Pacífico era solitario. Lima comerciaba con el lejano oriente donde la plata del Alto Perú se intercambiaba por textiles y especias, igual que Acapulco. Otras como Ciudad de Panamá eran puertos desde donde se atravesaba por tierra la carga del sur del continente y del otro lado del mundo para embarcarse a España vía Cartagena o por el puerto de Colón.    

También hubo expediciones. Magallanes llegaría a las Filipinas donde moriría tratando de ganarse el apoyo de una tribu local, Darwin llegaría a las islas Galápagos donde usaría los insumos para complementar su teoría de la evolución y el barón Alexander Von Humboldt se percatara de las diferencias de temperatura en las corrientes del Océano, por lo cual en esa parte del continente es frío y marca un clima seco, que contrasta con el que en la misma latitud en Brasil es cálido y húmedo.

Todos estos hechos de fauna, flora, accidentes geográficos iniciaron gracias a una pequeña hazaña de Balboa, muchos años después por otros hombres. Es curioso que tres siglos después del descubrimiento se hizo la exploración. Tal vez la fiebre del oro  pudo más que la curiosidad, pero sí faltaron hombres de ciencias, en un continente que por sus oficios la enseñanza estuvo dedicada a la teología, el derecho y la filosofía. 

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