Por Iván Hernández Umaña – Economista de la Academia Colombiana de Ciencias Académicas

Cuando sube o baja el dólar en Colombia, los titulares buscan un culpable inmediato: la Reserva Federal, el petróleo, el presidente de turno. Pero el precio del dólar no lo decide un actor único. Es un fenómeno emergente, resultado de miles de transacciones, expectativas y emociones que se cruzan al mismo tiempo. Nadie controla ese precio directamente, aunque a todos nos afecta.
Este ejemplo nos recuerda algo fundamental: los mercados no son relojes que alguien programa. Son reacciones colectivas que emergen de la interacción social. Y como toda reacción, pueden aparecer… o no.

El mito de la escasez

La economía convencional repite que los mercados surgen porque hay escasez. Pero en Colombia lo que tenemos es una paradoja: la abundancia no genera automáticamente mercados.

Abundan jóvenes formados, pero no abundan empleos de calidad.

Abundan comunidades con necesidades básicas, pero no aparecen canales efectivos para resolverlas.

Abunda talento en las artes, pero no existen mercados culturales sólidos que lo sostengan.

En vez de escasez, lo que vemos es abundancia desperdiciada.

Caso ilustrativo: la estadística y la ciencia de datos

Un ejemplo reciente ayuda a ilustrar la idea. Según un análisis con inteligencia artificial citado por Portafolio, la ciencia de datos y la estadística es una de las profesiones mejor pagadas en Colombia, con ingresos promedio que duplican a los de derecho o administración. Un profesional intermedio puede ganar más de seis millones de pesos mensuales.

Sin embargo, menos del 1 % de los graduados en el país estudia estas disciplinas. ¿Cómo explicar esta paradoja? Si abundan datos y abundan necesidades de interpretación, ¿por qué no hay abundancia de profesionales?
La respuesta está en que el mercado no surge automáticamente de la suma “oferta + demanda”. Se necesitan trayectorias educativas bien diseñadas, imaginarios culturales que valoren la profesión y puentes institucionales que conecten talento con necesidad. Sin diseño, la abundancia se dispersa y se pierde.


Mercados como diseño social

Algo parecido ocurre en la música. Tenemos miles de artistas formados y miles de ciudadanos con hambre de experiencias culturales. Pero sin escenarios adecuados, reglas claras, modelos de pago y circuitos de confianza, ese encuentro no sucede.

Aquí entra el enfoque que trabajamos en la Universidad Nacional bajo el curso Diseño y Mercados: los mercados no son “dados naturales”, son jardines sociales que necesitan cultivo. Se construyen mediante reglas, símbolos y cuidados que permitan que la abundancia se convierta en interacción productiva.
El precio del dólar nos mostró un mercado que emerge de interacciones dispersas. Pero en cultura, salud o educación, esas interacciones no surgen solas: hay que diseñarlas.

El Paradigma Apreciativo: pasar de la escasez a la abundancia
Aquí resulta clave una perspectiva distinta: el Paradigma Apreciativo. Este enfoque, desarrollado en las ciencias sociales, propone mirar no solo lo que falta, sino lo que da vida y lo que puede crecer.

Ontología apreciativa: reconocer que cada persona y cada comunidad tienen un núcleo positivo de fortalezas.

Epistemología apreciativa: investigar no solo los problemas, sino también las posibilidades.

Praxis apreciativa: diseñar cambios sociales que conviertan potencial en acción colectiva.
Lenguaje apreciativo: entender que las palabras que usamos crean los mundos que habitamos.

Si hablamos solo de carencia y escasez, reforzamos la idea de que nada se puede hacer. Si hablamos de talento, creatividad y abundancia, abrimos puertas a interacciones nuevas.

El Paradigma Apreciativo, en este sentido, nos recuerda que los mercados pueden construirse desde la abundancia, no solo desde la falta.

De la impotencia individual al diseño colectivo

La estadística muestra que un profesional en ciencia de datos puede ganar más que en muchas profesiones tradicionales. Pero sin diseño institucional, esa oportunidad no se convierte en mercado robusto. La música nos recuerda que el talento artístico de miles de jóvenes no basta para crear industria si no se diseñan escenarios de cooperación.

La lección es clara: no basta con tener abundancia de necesidades y abundancia de oferta. El mercado es un fenómeno emergente que requiere lenguaje, confianza e instituciones. Es más parecido a un jardín que a una máquina.
Cierre: hallarle la comba al palo de la abundancia

El precio del dólar nos enseña que los mercados son fenómenos emergentes.
La paradoja de la ciencia de datos muestra que la abundancia, sin diseño, se desperdicia.
La música nos recuerda que los mercados pueden cultivarse como jardines sociales.
Y el Paradigma Apreciativo nos invita a un cambio de lente: pasar de administrar escaseces a diseñar abundancias compartidas.

Colombia necesita dejar de mirar la economía solo como gestión de carencias y comenzar a verla como diseño social de interacciones. Porque si no le hallamos la comba al palo de la abundancia, seguiremos nadando en necesidades insatisfechas y talentos desaprovechados. 

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