Por Mauricio Salgado Castilla – @salgadomg
La inmensa columna de humo negro ocultó el cielo, el sol desapareció a la par de cientos de vidas, las risas de unos minutos atrás fueron opacadas por los gritos de ayuda y las sirenas insuficientes para calmar el dolor.
Los últimos años a nivel mundial, fueron radicalmente diferentes a los cientos de años que los humanos hemos vivido, los adelantos tecnológicos en muchos de los casos han achicado el mundo, las cartas que podían demorar meses en llegar hoy día han sido reemplazadas por mensajes instantáneos que llegan a cualquier parte del planeta en virtud de los satélites y las redes de fibra óptica.
Desafortunadamente los grandes avances tecnológicos no han estado a la par con aprender a convivir juntos, ya sea en las familias, en las ciudades y con quienes piensan distinto o simplemente tienen creencias diferentes, no nos han hecho más humanos.
Históricamente los grandes conflictos de la humanidad han estado enmarcados por las diferencias religiosas, la gran diferencia en el siglo XXI la da la tecnología aplicada a la destrucción del otro.
La Primera Guerra Mundial hace ya más de 100 años que tuvo una devastación como nunca se había visto, solo pocos años después se repitió en la segunda guerra mundial, los horrores que se vivieron y que se conocieron después por breve tiempo hicieron soñar que un organismo como las Naciones Unidas sería el sitio más indicado para dirimir cualquier conflicto y minimizar una escalada mundial como la que se vivió y cómo se está viviendo ahora.
No hay duda que la organización de las Naciones Unidas ha sido muy buena para la niñez con UNICEF, para la educación con la UNESCO, para mitigar los dolores de los emigrantes en todas las regiones del mundo con ACNUR, pero tampoco hay duda que ha sido totalmente ineficaz cuando se trata de parar conflictos donde rápidamente se polarizan las grandes potencias como China, Rusia y Estados Unidos, cada uno tiene su propia agenda geopolítica sumado a los intereses económicos de las multinacionales y de las armas que tienen desmedidas influencias en los distintos gobiernos.
Las guerras son como las peleas de los niños, las razones no justifican las agresiones, se habla mucho en los colegios de resolución de conflictos, se precian de tener metodologías y personas expertas en el tema, pero las peleas, conflictos y todas las formas de matoneo y ciberacoso permanente a todo nivel, nos dicen que estos procesos son tan ineficaces como el Consejo de Seguridad de la ONU.
Ya es hora de hacer un frente común para empezar desde los colegios a desterrar de la vida de las nuevas generaciones temas como el bullying, el ciberacoso, el maltrato intrafamiliar sentando una base sólida de valores sociales para igualmente poder dirimir los conflictos que se van dando de tal forma que aprendamos a vivir sin las agresiones y sean más los argumentos para la paz que para las guerras; cómo lo vemos ahora en el conflicto Palestino – Israelí, todos tienen razones para pelear, no hay voces serias con capacidad de decisión para detener la escalada de destrucción y muerte.
La guerra en Ucrania, los conflictos en el medio oriente, las varias guerras en África no tienen justificaciones válidas para que sucedan en un mundo donde supuestamente se entiende que lo correcto es vivir en paz y no pensando en aniquilar al otro.
¿Qué se debe hacer desde las familias, en los colegios, en las comunidades para desterrar la violencia en el diario vivir y que trasciende a los gobiernos?
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